Lucille: La Historia de Amor Forjada en Fuego entre B.B. King y su Guitarra

En el panteón de las guitarras legendarias, hay nombres icónicos: «Blackie», «Frankenstrat», «Red Special». Pero solo hay un nombre que evoca no solo un sonido, sino una historia de amor. Un nombre que pertenece a la realeza del blues y que fue bautizado en las llamas. Ese nombre es Lucille.

Esta no es la historia de un músico y su instrumento. Es la historia de B.B. King y su alma gemela, una relación tan profunda que la guitarra se convirtió en un personaje con su propia leyenda.

Bautismo de Fuego en Twist, Arkansas

La historia de Lucille comienza en una fría noche de invierno de 1949. Un joven B.B. King estaba tocando en un salón de baile en Twist, Arkansas. Para mantener el local caliente, en el centro de la pista había un barril medio lleno de queroseno encendido, una estufa improvisada y peligrosa.

Durante la actuación, dos hombres comenzaron a pelear, supuestamente por una mujer. En el caos, tropezaron y derribaron el barril de queroseno. El fuego se extendió por el suelo de madera en cuestión de segundos, y el local fue evacuado a toda prisa.

Ya a salvo en el exterior, B.B. King se dio cuenta de algo terrible: en su prisa por salir, había dejado dentro su guitarra, una Gibson acústica barata pero que era todo su sustento. Sin pensarlo dos veces, y a pesar del peligro mortal, corrió de vuelta al edificio en llamas para rescatarla.

Al día siguiente, King se enteró de que la pelea que había provocado el incendio había sido por una mujer que trabajaba en el local. Su nombre era Lucille. Para recordarse a sí mismo no volver a cometer una locura semejante —correr hacia un incendio por una guitarra o pelear por una mujer—, B.B. King bautizó a esa guitarra, y a todas las guitarras principales que tendría a lo largo de su vida, con el nombre de Lucille.

La Evolución de una Reina

La Lucille original era una guitarra modesta, pero el nombre acompañó a B.B. King a medida que su fama crecía. A lo largo de su carrera, «Lucille» fue casi siempre una elegante Gibson de caja semi-hueca, sobre todo el modelo ES-355.

Esta guitarra, casi siempre de un negro impecable, era la compañera perfecta para el Rey del Blues. Su sonido era cálido y lleno, pero lo más importante es que B.B. King colaboró con Gibson para crear un modelo exclusivo para él. ¿La modificación más famosa? La eliminación de los tradicionales agujeros en forma de «f» del cuerpo de la guitarra. King quería el tono de una guitarra de caja, pero sin los problemas de acople (feedback) que sufría a los altos volúmenes que exigía su estatus de estrella. Así, la Gibson «Lucille» se convirtió en un instrumento único, diseñado por y para el Rey.

La Voz que Respondía al Rey

Si escuchas tocar a B.B. King, notarás que su estilo es un diálogo. Primero, canta una estrofa con su poderosa voz. Luego, deja que Lucille «responda». Su guitarra no solo tocaba notas; hablaba.

Con su famoso vibrato —un rápido y sutil movimiento de la muñeca que hacía que las notas parecieran temblar de emoción— y su maestría para decir más con menos, B.B. King le dio a Lucille un alma. Era su confidente en el escenario, su voz cuando las palabras no eran suficientes. Era, en todos los sentidos, una historia de amor que duró más de 60 años.

El Legado de un Amor Eterno

Lucille es mucho más que una guitarra. Es un símbolo de devoción, un recordatorio de que los objetos más preciados son aquellos por los que estamos dispuestos a arriesgarlo todo. Es la protagonista de una de las anécdotas más bellas y humanas de la historia de la música.

En Guitar Legends Hall, rendimos homenaje a la realeza del blues y a las guitarras que, como Lucille, se convirtieron en leyendas por derecho propio. Ven y siente la emoción de la música que nació del corazón.

¡Compra aquí tus entradas y conoce de cerca a la reina del blues!