Y de pronto, guitarras volando sobre Portaferrisa. Una SG, una Stratocaster, la siempre
socorrida Telecaster. Muy sutil no es que sea pero, ¿quién quiere sutileza pudiendo tener rock
and roll? ¿La icónica Gibson Les Paul de Slash? Ahí está, junto a una réplica de la guitarra
que tocó y calcinó Jimi Hendrix, una Melody Maker de cuando Gary Moore aún le daba la
réplica a Phil Lynott en Thin Lizzy, y la sufrida herramienta de trabajo de Cliff Williams, bajista
de AC/DC. Y así hasta sumar más de medio centenar de guitarras de serie limitada o tocadas
en algún momento por célebres héroes de la guitarra con las que el coleccionista Juan José
Castellano acaba de levar anclas e inaugurar en Barcelona el museo Guitar Legends Hall.
El nuevo espacio, asegura Castellano, es el resultado de «un sueño» compartido con su hijo.
«Mi pasión por el mundo del rock me había llevado a coleccionar guitarras de los grandes
artistas que admiro, llenando mi casa con decenas de ellas. Tocadas por los mejores. Y ahora,
nos gustará compartir esta colección con todo el mundo, en el marco de una experiencia
apasionante, inmersiva e interactiva, que permite vivir la historia del rock de la forma más
sorprendente e innovadora», explica en el manifiesto fundacional del Guitar Legends Hall,
ubicado en pleno centro de Barcelona, donde antes había una macrotienda de ropa.
Tres plantas, 1.300 metros cuadrados y las seis cuerdas como objeto de culto y adoración en
lo que se presenta como el «primer museo de la guitarra de Europa». Un viaje a través de la
música, la cultura y la sociedad del siglo XX que arranca con el blues y desemboca en rock
de estadios. Por el camino, el auge de los festivales, el impacto de la televisión y las tiendas
de discos como ombligo del mundo. Y, a modo de guías y marcadores temporales, réplicas de
guitarras legendarias como la Greeny de Peter Green (Fleetwood Mac) o la SG Special de
Pete Townshend (The Who) e instrumentos comprados directamente a sus propietarios, como
la Ibanez Iceman Rhinestone que Paul Stanley utilizó durante una de las últimas giras de Kiss.
Entre las guitarras expuestas, contextualizada cada una de ellas en su marco temporal,
destacan también una Ampeg Dan Armstrong utilizada por Jeo Perry (Aerosmith); una Dean
Zero Vic Rattlehead que perteneció a Dave Mustaine (Megadeth); la Fender Stratocaster que
David Knopfler, hermano de Mark, utilizó para grabar ‘Sultans of swing’; la acústica de diseño
aeroespacial que Richie Sambora (Bon Jovi) tocó en ‘Wanted Dead or Alive’; y una réplica de
la guitarra de huesos y calavera que George Lynch (Dokken) utilizó en los ochenta. También,
claro, las de de sospechosos habituales como B. B. King, Brian May (Queen), David Gilmour
(Pink Floyd), Angus Young (AC/DC) o Steve Vai, de quien se exhibe una guitarra multicolor
con gotas de su propia sangre mezcladas con la pintura. Además, el recorrido expositivo
concluye con un espacio inmersivo con hologramas de diversos guitarristas que interpretan riffs
icónicos de la historia del rock.
Con la previsión de recibir unas unos 150.000 visitantes anuales, el Guitar Legends Hall
acogerá también exposiciones temporales (las primeras, una de instrumentos de los años
treinta y otra de guitarras de bandas de rock españolas) y aspira también a acoger pequeños
conciertos, conferencias, talleres y ‘masterclass’ relacionadas con el mundo del rock.
El Guitar Legends Hall es también el segundo intento más o menos serio de dedicarle un
museo al rock and roll en Barcelona después del accidentado aterrizaje en Las Arenas del
Museo del Rock, Valhala del merchandising, la memorabilia y las guitarras firmadas por Bruce
Springsteen, Slash y Eric Clapton que Jordi Tardà tuvo que cerrar apenas un año después de
su inauguración por falta de público e ingresos.